La Matanza por Félix Carbajosa Santos - muestra HTML
Para la versión completa, descargue el libro en PDF, ePub, Kindle

La matanza
Félix Carbajosa Santos
LA MATANZA
COMERCIO JUSTO
© 2012 Félix Carbajosa Santos
Reservados todos los derechos por el autor
1
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos
─Ave
María
Purísima
─Saludó
Esteban
a
quien
hubiera tras el torno ciego del
recibidor del convento.
─Sin
pecado
concebida
─respondió una voz oculta y
amable. ─¿Qué le trae por la
casa de Dios?
─Vámos madre Ángeles,
veinte años viniendo a verla y
todavía no reconoce mi voz.
Soy el matachín, vengo con mi
2
La matanza
hijo Pedro y con mi nieto a lo
de la matanza. Avise a la
madre Asun que nos abra la
puerta y déle un poco pan de
ángel
al
crío
que
viene
“asustao”.
─Asunción, su nombre es
madre Asunción señor Esteban,
voy a avisarla. Coja las obleas
para el niño.
El torno, despacio y mudo,
giró trayendo en una de sus
3
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos bandejas media docena de
laminas troqueladas con el
vacío de las sagradas formas.
Al rato, desde el otro lado del
vestíbulo, una monja les hizo
señas para que la siguieran. El
abuelo, tras de ella, hacía
momos en referencia a la corta
estatura de la religiosa y
subiendo a sus brazos al niño
le susurró al oído.
4
La matanza
─¿Ves el escapulario que
lleva? En su cuerpo parece una
pancarta.
El comentario no buscaba
la burla sobre la mujer sino
relajar un poco los nervios del
chiquillo, al que se le escapó
una risita. La monja, ajena al
chiste, caminaba con pasos
muy
cortitos
pero
inusualmente rápidos lo que
5
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos hacía
más
graciosa
su
apariencia.
─Allí
está
la
madre
Asunción. ─señaló la monjita y
dirigiéndose al niño dijo ─Lleva
haciendo
la
misma
broma
desde que le conozco.
La
madre
Asunción
esperaba junto a la puerta que
daba acceso a los corrales y la
huerta de la abadía, con ella
aguardaban tres religiosas más
6
La matanza
jóvenes,
dispuestas
para
ayudar
en
lo
que
fuera
menester. Eran grandes como
caballos, no tendrían ningún
problema con las faenas que
necesitaran fuerza bruta.
Sor Asunción y Esteban se
saludaron efusivos y agarrados
del brazo, se ubicaron junto
con el niño, en una mesa, al
solillo, frente a la cochiquera.
7
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos Pedro y sus ayudantes
enfilaron al corte. Una, de
aquellos caballos percherones,
portaba en su mano un mazo
enorme, sin mediar palabra, la
emprendió a golpes con la
pared de rasillas que cerraba la
pocilga.
Comenzó
por
los
ángulos del pequeño agujero
abierto en la tapia a modo de
ventanuco, sirvió para entrar al
cerdo cuando era de siete
8
La matanza
semanas y servía para cebar al
animal y mantener la pocilga
limpia como la sagrada patena.
Esteban preguntó como
todos los años:
─¿Por qué tapiáis el vano
entero? Dejar una puerta de
madera
y
no
habría
que
romper la pared todos los
años.
─Ya
─respondió
condescendiente sor Asunción─
9
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos Pero así, Ciriaco el albañil,
viene y la recompone… y de
paso, él se lleva unas tajadas
de la olla para sus críos y
nosotras, aprovechamos para
que nos haga alguna chapuza
¡Esta bendita casa tiene más
quinientos años!
Desmontaron la pared y
recogieron
los
pocos
escombros
producidos,
dejando a la vista, encarado al
10
La matanza
jifero, al gocho. Una de las
monjas ayudantes pasó el
gancho a Pedro y este, a voz
de cuello, llamó.
─¡Padre! Deje usted, si
puede, ya la conversación y
vamos al lío.
Esteban
se
levantó
despojándose de la pelliza.
Desenvolvió un mandil verde y
negro, a rayas, en el que traía
un
reluciente
cuchillo
de
11
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos sainar. Ajustándose el delantal,
se aproximó a una recia y baja
mesa de madera colocada
cerca de la pocilga. Con gestos
y voces apremió al crío.
─Coge la herrada para la
sangre y ponte aquí, junto a la
tabla de desangrado.
El chaval corrió a por el
cubo sin saber muy bien cual
iba a ser su cometido. El
abuelo habló firme a
las
12
La matanza
monjas disponiendo lo que
ellas debían de hacer.
─Cuando Pedro enganche
al marrano, tú ─dirigiéndose a
la más grande─ agarra al
puerco por el rabo y álzale lo
que puedas. Mientras vosotras,
levantarle la pata zurda, así no
podrá hacer fuerza, le pasáis el
lazo de esta cuerda por la
pezuña para poder vencerle a
la izquierda, sobre la mesa, así
13
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos podrá el chaval meter la batea
para recoger la sangre y luego
hacer morcillas.
El niño, cada vez más
aturdido, sujetaba la artesa,
atendiendo,
con
los
ojos
abiertos, las explicaciones que
daba su abuelo. Este continuó,
como si de un plan militar se
tratase:
─Nada más tirar al gorrino
en la tabla, una hermana, de
14
La matanza
las de las dos que sujetan la
cuerda, se agarra a las orejas
del cerdo para impedir que
cabecee. ¡Estamos!
Pedro, frente al cerdo,
pasó el gancho, suavemente,
por debajo de la quijada del
animal. Cundo tuvo el garfio
situado en el lugar oportuno…
tiró con todas sus fuerzas hacia
sí, enganchando con el hierro
al marrano.
15
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos Los gruñidos estentóreos,
agudos y graves del próximo a
sacrificar, unidos a los chillidos
nerviosos
de
las
monjas,
atenazaron al chaval incapaz
de moverse cuando llegó su
turno.
Sor
Asunción
se
remangó
el
hábito
y
arrebatándole
el
cubo
de
madera, lo colocó bajo la
garganta del cochino. Este,
ajeno a su destino, aguardaba
16
La matanza
inmóvil. Sujeto por tres pares
de manos, más el antebrazo de
Esteban, presionándole en la
papada,
poco
podía
hacer
contra sus verdugos. Cuando el
matancero estimó… la hoja del
cuchillo, cortó la vena de la
vida del cerdo.
Una
vez
chamuscado,
limpio
y
eviscerado,
será
moneda de trueque.
17
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos Colgada la canal para que
se orease y ellos ya aseados;
pasaron
a
la
cocina
del
convento. La tradición marcaba
un
almuerzo
entre
los
participantes
del
evento.
Sentados
a
la
camilla
degustaron algunas tajadas,
conservadas en manteca y
aceite de oliva, de la matanza
del año anterior. Costillas,
lomo y chorizos, regado con
18
La matanza
buen vino verdejo; regalado a
la institución por cualquier
bodeguero, buscando favores
espirituales. Hablaron poco,
Esteban pinchó con inocentes
bromas sobre los restregones
de las monjas con Pedro
durante la lucha contra el
gorrino, poco más.
Para postre, la minúscula
monja que los condujo a la
llegada,
apareció
con
una
19
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos bandeja de pastas de azúcar y
bollos de manteca, además de
un vinillo dulce y fresco del que
usaban
en
la
misa.
Sor
Asunción llenó los vasos todos
con generosidad, incluso el del
niño, según ella misma dijo:
─Te dará valor para el
próximo año, y además ¡abre
las ganas de comer!
Se
despidieron
todos,
excepto
Pedro,
él
al
día
20
La matanza
siguiente iría a despiezar la
carne y sacar la vena a los
jamones. Ya en la calle, con
una bolsa enorme de pan
ázimo, el crío preguntó.
─Abuelo ¿y qué hacen las
monjas con lo que sacan del
cerdo?
─Los jamones los curan
para sus compromisos con
altos dignatarios de la iglesia
o regalos a políticos que
21
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos tengan mejoras que ofrecer al
convento. Las tajadas y los
chorizos; los conservan en
ollas de barro y con ellos,
obsequian a quien les hace
algún “mandao”: carpinteros,
cerrajeros, albañiles… Con la
manteca cuecen pastas para el
médico, el practicante, en fin,
quien
se
tercie.
Ah,
las
morcillas van para “la Vicenta”,
la de los ultramarinos, las
22
La matanza
cambian por harina. Y con los
huesos, hacen caldos y sopas
para comer ellas y ayudar a
más de un “desgraciao” que no
tiene donde caerse muerto.
─¿Y a nosotros que nos
dan? ─volvió el crío.
─¡Pan
de
hostias!─
intervino Pedro señalando la
bolsa que portaba el chico
─¡Pan
de
hostias
y
sin
consagrar!
23
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos El abuelo Esteban, con una
sonrisa en la boca, contestó.
─¿Cuánto cuesta que un
abogado te represente ante un
magistrado? Nosotros tenemos
un convento entero para que
interceda y pida prebendas al
juez de arriba.
24
La matanza
NOTA DEL AUTOR
Amiga o amigo lector:
Quiero
darte
las
gracias
por
haberme dedicado parte de tu tiempo,
deseo que te haya compensado.
El escrito que has leido contiene
retazos de mi alma llevados al papel
informatico en forma de relato. Tú, por el
hecho de leerlo, te conviertes en crítico y
publicista de mi obra.
Ésta, que acabas de terminar, es
una historia del viento y, al viento debe
de volver. Al igual que cuando era un
niño; cerraba los ojos pensando un deseo
e impulsaba con un soplo el molinillo,
25
Relatos del viento Félix Carbajosa Santos volador y protector de algunas semillas,
para enviarle a germinar otras tierras.
Igual; con la misma ilusión te pido que
seas tú el soplo que ayude a volar a este
relato en busca de otras conciencias, de
otras opiniones.
Tú, amiga o amigo lector,eres mi
única campaña publicitaria. No permitas
que mis sueños mueran en la papelera de
tu ordenador.
¡PÁSALO!
El autor agradecerá cualquier comentario
o crítica sobre su obra.
fecarsanto@hotmail.com
fecarsanto.blogspot.com
26
La matanza
El autor autoriza la copia y
distribución de este archivo,
siempre y cuando no sea
modificado y se respete su
contenido integro.
27